Arturo BarbaMilenio/1 de septiembre de 2009
Aunque apenas va en su segunda edición, la Semana de la Ciencia y la Innovación 2009 que organiza el gobierno del Distrito Federal es sin duda el evento científico más importante e impactante que se realizará en nuestro país este 2009.
Si bien el organizar reuniones, seminarios, congresos y un largo etcétera es parte de la conducta habitual de los científicos, pocos eventos en México tienen verdadera relevancia en la propia comunidad de investigadores y en la sociedad general.
De hecho, en México no existe una actividad de este tipo que trascienda los muros de los laboratorios y auditorios de los investigadores. Desde hace tiempo existe la Semana Nacional de la Ciencia y la Tecnología, un evento de divulgación organizado por el Conacyt que ha pasado casi inadvertido en los últimos años.
A nivel mundial, sin embargo, se llevan a cabo festivales públicos de la ciencia que se han convertido en verdaderos fenómenos sociales de gran impacto y en vehículos que impulsan la comprensión y apreciación pública de la ciencia.
Ahí está el ejemplo del Festival Internacional de Ciencia de Edimburgo, que cada año reúne a cientos de miles de personas principalmente niños, niñas y jóvenes de toda Europa.
También se organizan en Australia, Francia, NY, San Diego y en muchas ciudades del primer mundo.
Este año, bajo la batuta del Instituto de Ciencia y Tecnología del DF, participarán seis investigadores Nobel —algo nada común en México—, y dos Príncipe de Asturias.
El objetivo del evento, que se realizará del 21 al 25 de septiembre en el Palacio de Minería, es muy ambicioso, pues se plantea “reunir a especialistas de los sectores académico, empresarial y gubernamental para plantear conjuntamente soluciones a los principales problemas de la Ciudad de México, basadas en la ciencia, la tecnología y la innovación”.
Mostrar a los habitantes de la ciudad de México la importancia de la ciencia en la vida cotidiana sería por sí sólo un objetivo más que loable que, además, evitaría el riesgo de que se convierta en una mera actividad endogámica.
Para ayudar a trascender esa barrera en otros países mezclan conferencias y mesas redondas con otras actividades paralelas como exposiciones tecnológicas e industriales, que le dotan de una mayor trascendencia social. Quizá más adelante se puedan incluir durante la Semana de la Ciencia y la Innovación. Ojalá se multiplicaran esfuerzos como éste en México.
http://www.sapiensideas.com/
Si bien el organizar reuniones, seminarios, congresos y un largo etcétera es parte de la conducta habitual de los científicos, pocos eventos en México tienen verdadera relevancia en la propia comunidad de investigadores y en la sociedad general.
De hecho, en México no existe una actividad de este tipo que trascienda los muros de los laboratorios y auditorios de los investigadores. Desde hace tiempo existe la Semana Nacional de la Ciencia y la Tecnología, un evento de divulgación organizado por el Conacyt que ha pasado casi inadvertido en los últimos años.
A nivel mundial, sin embargo, se llevan a cabo festivales públicos de la ciencia que se han convertido en verdaderos fenómenos sociales de gran impacto y en vehículos que impulsan la comprensión y apreciación pública de la ciencia.
Ahí está el ejemplo del Festival Internacional de Ciencia de Edimburgo, que cada año reúne a cientos de miles de personas principalmente niños, niñas y jóvenes de toda Europa.
También se organizan en Australia, Francia, NY, San Diego y en muchas ciudades del primer mundo.
Este año, bajo la batuta del Instituto de Ciencia y Tecnología del DF, participarán seis investigadores Nobel —algo nada común en México—, y dos Príncipe de Asturias.
El objetivo del evento, que se realizará del 21 al 25 de septiembre en el Palacio de Minería, es muy ambicioso, pues se plantea “reunir a especialistas de los sectores académico, empresarial y gubernamental para plantear conjuntamente soluciones a los principales problemas de la Ciudad de México, basadas en la ciencia, la tecnología y la innovación”.
Mostrar a los habitantes de la ciudad de México la importancia de la ciencia en la vida cotidiana sería por sí sólo un objetivo más que loable que, además, evitaría el riesgo de que se convierta en una mera actividad endogámica.
Para ayudar a trascender esa barrera en otros países mezclan conferencias y mesas redondas con otras actividades paralelas como exposiciones tecnológicas e industriales, que le dotan de una mayor trascendencia social. Quizá más adelante se puedan incluir durante la Semana de la Ciencia y la Innovación. Ojalá se multiplicaran esfuerzos como éste en México.
http://www.sapiensideas.com/
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